viernes, 14 de febrero de 2014

Un película extrañamente interesante

 
 
Título: Post Tenebras Lux
Rating MPAA: R
Año: 2012.
Distribuida por: Strand Releasing.
Director: Carlos Reygadas.
Guionistas: Carlos Reygadas.
Protagonistas: Adolfo Jiménez Castro, Nathalia Acevedo, Willebaldo Torres, Eleazar Reygadas y Rut Reygadas.

La trama

En una zona rural de México vive una familia adinerada formada por Juan (Adolfo Jiménez Castro), Natalia (Nathalia Acevedo), sus pequeños hijos Eleazar (Eleazar Reygadas) y Rut (Rut Reygadas), jaurías de perros y manadas de caballos. Su casa es grande y moderna, y la inmensidad que los rodea fantásticamente salvaje, sin jardines decorados ni fuentes exóticas, establos o canchas de tenis; apenas una piscina. Los niños parecen disfrutar la vida al aire libre, junto a los dos seres más importantes del mundo, pero los padres no tanto.

A Juan se lo ve más entero y activo, aunque le preocupa la desmotivación de Natalia, que se transfiere a una pobre relación sexual que hace aflorar otras crisis de pareja. Juan lleva una extraña amistad con El Siete (Willebaldo Torres), que en algún punto trabajó para él y es de los pocos con los que dialoga íntimamente en la zona. Más allá de un festejo navideño en su casa del que participan cerca de cien familiares, y momentos cotidianos disfrutables, la vida de ellos está aislada incluso del pueblo al que ocasionalmente van por unos tragos.

Poco a poco, estos personajes —incluido El Siete— se hundirán en tragedia, ya sea por aburrimiento, diferencias sociales, falta —o sobra— de recursos... ¿destino? O causas inexplicables, cosa que hace de esta historia algo aún más interesante. O lo opuesto. Es que su narración no lineal, cargada de filosofía, poesía, crudeza, realismo y distorsiones la convierten en un viaje no convencional.

El gran provocador

Cuando se trata de Carlos Reygadas (Japón, Batalla en el paraíso y Luz silenciosa), es imposible disociar al cineasta de la película. Es en realidad una regla general, aunque muchas son las películas con intención comercial en la que se ve más la visión de los productores que la de los verdaderos creadores. Pero no con Reygadas. De hecho esta es probablemente su película más personal e íntima.

Siempre lo admiré con cierto recelo, por su independencia y facilidad para contar su historia, con su imaginación sin interferencias, desde diálogos obscenos hasta las imágenes más provocativas, sin importarle si sus simbolismos no dan pista alguna. El fluir de su conciencia se refleja en la pantalla con una mágica mezcla de realismo y fantasía. Desde un comienzo juega con esa combinación inseparable: una niña que corretea entre perros hasta que anochece, a través de un lente distorsionado. Y luego un elemento nunca visto hasta ahora en sus películas: el uso de animación CGI, en este caso representando al diablo mismo.

A partir de ahí todo es posible. Pero no, no son Los pitufos en Nueva York junto a Sofía Vergara y George López; es este símbolo luminoso y aterrorizante en una casa cualquiera, y los personajes interpretados por actores no profesionales.

Como en una ciénaga

Como en toda su obra, no puede faltar la presencia de lo religioso, el acto sexual explícito o la muerte —y si mal no recuerdo el suicidio también está presente en las cuatro películas—. En el caso de Post Tenebras Lux, o "después de la oscuridad, luz," estos elementos son más místicos que provocadores. Hay escenas que a más de uno pueden impresionar. Pero no provocan desde la posición de querer molestar, incomodar, hacer pensar, sino envueltas en lo simbólico, la poesía más oscura y una sacudida o silencio que nos recuerda que algo está por suceder.

Se abre y cierra un ciclo de vida, y sigo sin poder disociar el sello de Reygadas de su hechizante Post Tenebras Lux. Y eso es bueno. Es que es inevitable recordar y analizar en conjunto a sus otras tres películas. No porque tengan personajes en común o haya que ver alguna de ellas para entender a la otra. Esta es, sin dudas para mí, su historia más quebrada, su cúmulo de escenas más inconexas, y sin embargo la que más permite, con el correr de los días, que emerjan relaciones y nuevo significado de una superficie que está siempre en movimiento, un movimiento leve, lento y peligroso, como el de una ciénaga.

La eterna viceversa

Hay ciertos simbolismos evidentes, demasiado Reygadas en nuestro rostro y ciertos tributos que bordean la línea entre homenaje y copia —aunque siempre transformados con propia visión— ¿Es arrogancia, genio u simple auto-gratificación? Depende de si vemos el vaso medio vacío o medio lleno. Y al final, ¿qué importa? Algunos critican que Reygadas abusa de Dreyer, Tarkovsky o Truffaut. ¿Sería acaso el cine del maestro Tarantino lo mismo sin los westerns, las películas de artes marciales o las canciones que elige?

Esta historia, desde el punto de vista Hollywoodense de pura teoría de guión cinematográfico, casi no existe. Es por eso que sus guiones no fueron ampliamente galardonados como su dirección. No hay dudas de lo merecido del premio a mejor director en el Festival de Cannes —y una Cámara de Oro y Premio del Jurado con anterioridad—. Es que con Post Tenebras Lux, este hombre fundamental del cine latinoamericano que ya maduró hace rato ha orquestado una sinfonía; más que sinfonía, bebop. ¿Y qué contemporáneo del jazz se atreve a decir que a la música de Charlie Parker o John Coltrane le faltó historia o ser más entendible?

Carlos Reygadas ha sido un provocador y un estandarte del cine independiente desde sus comienzos. Si no es pionero puede considerárselo un refundador. Por ello tiene detractores, admiradores y una gran masa que ni lo ama ni lo odia. A esa masa invito a que intenten ubicarse en alguno de los extremos. Se darán cuenta que, al menos en este caso, ser extremista es bueno. Y estoy casi convencido de que pasarán de un extremo al otro más de una vez, al ser arrastrados por el oleaje. Donde terminen no será más que un nuevo punto de partida. Es que después de la oscuridad viene la luz. Y viceversa.

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