miércoles, 11 de marzo de 2015

Alguien a quien amar

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La directora, Pernille Fischer, nacida en Dinamarca, en su más reciente película, “Familia”, 2010, contaba la historia de su protagonista enfrentándose a la indecisión de elegir entre su propia vida o recoger el testigo del negocio familiar. Con ese aprendizaje, una situación menos prosaica, enfrenta ahora a Thomas Jacob con hacerse cargo de su nieto o seguir su vida. Muy recientemente Rob Reiner, en “Así nos va”, utilizaba a Oren, Michael Douglas, a la muerte de su mujer, durante las brumas de su latente depresión, para recibir a su hijo que entra en prisión y tiene que pedirle que se quede con su nieto. Las drogas habían sido las razones que habían separado a Oren de su hijo y por eso no facilitaba las cosas al negarse a admitir que tenía que quedarse con él; esa situación se va resolviendo con su vecina y el guión va dando solución al problema. El interés que tiene la situación actual es que no es exactamente un remake al analizarse el problema desde el punto de vista femenino, siendo la hija la que vive bajo los efectos de las drogas y una necesidad imperiosa de pasar seis meses en un sanatorio de rehabilitación, la obliga a dejar a su hijo con el abuelo, que había acudido desde Los Ángeles a grabar un disco en su país: Dinamarca. Ahora es Europa donde ocurren las cosas y nuestro cantante, Thomas Jacob, había salido de una reciente intoxicación, drogas y etílica, con frecuentes relaciones de pareja y matrimonios rotos. Jacob necesitaba su independencia y por eso alquila un caserón en lugar de permanecer en un hotel, ya que la presencia de la gente le disturbaba. Aquí la vecina es su manager que le facilitaba todos sus requerimientos y que, como paño de lágrimas, tiene que resolver todas sus dudas. El desasosiego que le provoca la presencia de su hija es inmenso y ante los reproches, de ésta, sobre como la tenía abandonada, su reacción inmediata es que tenía que buscarse la vida, como él tenía que resolver la suya.

Su hija tenía un trabajo que necesitaba recuperar y el padre sus canciones y su música, como bastones para poder seguir viviendo. Destrozado anímicamente quería vivir su vida, por lo que su nieto le incomodaba y la toma de decisión se presentaba muy viciada. La banda sonora adquiere el protagonismo de dichas decisiones y las letras que el propio actor va desgranando al grabar su disco nos sitúan en sus desamores y su necesidad vital de cambiar de vida. El propio guionista diseña las canciones que la voz grave del actor debe cantar y dramatizar, utilizando para dar título a la película la canción de Queen: Somebody to love, "Alguien a quién amar" (https://www.youtube.com/watch?v=ACG31N-9TA0), cuya letra puede encerrar el desenlace de una historia triste, pero muy alejada del culebrón que pretende algún crítico especializado. Una de las estrofas de esa canción encierra el desamor que comparten los dos protagonistas, padre e hija, y que tienen que resolver: ...¿Puede alguien encontrarme alguien a quien amar?/ Cada mañana que me levanto me muero un poco/ Apenas puedo quedarme en píe/ Mírate al espejo y llora/ Señor, ¿qué me está pasando?/ Pasé todos mis años creyendo en tí/...¿Puede alguien encontrarme a quién amar?/... . La música adquiere el protagonismo que facilita el drama y que la directora-guionista nos transmite con intensidad. La estabilidad, ante tanta falta de amor, la aporta la productora del disco que, como amiga, le reclama para que se venga de Estados Unidos a grabar a su país. No puede ser mejor elegida, como dicha amiga, la actriz Trine Dyrolm, que da serenidad al cantante, que destrozado no está nada convencido de lo que hace. La película plantea el dilema actual: ¿podemos elegir a nuestra familia o nos viene impuesto?, ¿nuestro hijos pueden reprocharnos que ellos son así por nuestra culpa, o deben enfrentarse a su propia circunstancia?. La solución no existe pero Pernille Fischer aporta una idea valiente para nuestras propias reflexiones.